Personas y Personajes
JOSÉ MARÍA IGLESIAS
(Dr. Nelson Sica Dell’Isola - El Heraldo. 2 y 3 de junio, 1995)
Hoy vamos a referirnos a una persona que tiene ya ciento un años de fecunda y honesta presencia en este mundo y más de setenta en Florida, que vive rodeado del afecto de todos los suyos y de todo el pueblo de Florida en general, no sólo de sus compatriotas.

De familia de labradores –porque eso eran sus padres y sus abuelos-, según partida de nacimiento, don JOSÉ MARÍA IGLESIAS MURAS nació el 22 de enero de 1894, aunque la partida dice 28 de enero de 1894, habiéndose demorado la inscripción como consecuencia de las inclemencias del tiempo, en zona muy fría donde en invierno la nieve obstaculizaba en aquellas época los movimientos.
Es hijo de Manuel Iglesias Fuentes y de doña Rosa Muras y Muras, y nieto de Antonio Iglesias y Andrea Fuentes, y de Valerio Muras (ya fallecido cuando él nació) y de Modestia Muras, todos, como se dijo, labradores.
Nació en la Parroquia de San Miguel de Curantes, lugar de Fieitoso, perteneciente a la villa y término municipal de La Estrada, que es la municipalidad donde se registró el nacimiento, en la provincia de Pontevedra, que es una de las cuatro que integran Galicia. Lugar que es lo que nosotros denominamos “paraje”, y por esa época pertenecían a esta Parroquia además de Fieitoso, Curantes Viejo, Esmoris, Nogueira Pereiras, Porto y Pousadas, y las aldeas de Barreiro, Cortés, Curantes Nuevo, San Martín y Senteiro, que, según un libro de esa época, entre todas sumaban 532 habitantes.
Por esa época La Estrada (que significa textualmente calle o camino) se llamó anteriormente Tabeiros y tenía 71 parroquias y cerca de 700 caseríos. Lugar de terrenos quebrados donde se alzan las montañas de Caudan y San Sebastián y los montes del Seijo y del Cadeto, separado de La Coruña por el Río Ulla, cuatro de cuyos afluentes forman otros tantos valles y un quinto en las primeras vertientes del Umia, donde se producen cereales, castañas, vinos, maderas, frutas y hortalizas.
José María es uno de los siete hijos que tuvieron sus padres, siendo sus hermanos cuatro varones, y dos mujeres: Manuel, Antonio, Juan y Andrés, Avelina y Dolores.
Su hermano Juan vino unos años antes que él al Uruguay, cuando contaba apenas 14 años, viajando con su tío Manuel Fernández Muras sin ninguna clase de recursos, y en la misma época llegó también otro hermano: Andrés, que falleció aquí soltero, víctima de una enfermedad entonces incurable: la tuberculosis.
Él llegó a Montevideo el 30 de setiembre de 1914, o sea con 20 años de edad, a bordo del Barco “Patricio Satnistek” en travesía que duró exactamente 30 días desde su partida del Puerto de Vigo. Y de Montevideo a Florida vino en ferrocarril, en épocas en que también se viajaba mucho en carro, en diligencias o carretas; viajes que duraban una semana, haciendo largas escalas en estaciones donde había alojamiento y comercios, y que en partes había que hacer caminando al costado del carro.
Años después vino también a Florida un sobrino: Adolfo Iglesias, hijo de Antonio, con su madre Jesusa ya viuda, radicándose entre nosotros donde quedaron hasta su fallecimiento. Su madre falleció en Buenos Aires y su hijo Adolfo tuvo provisión en Independencia y Gral. Flores, habiendo contraído matrimonio con la Sra. Morella, hermana del dueño de la barraca de ese nombre y posteriormente, al enviudar, con una hija de don Manuel Lleo (“El Valenciano”), que hoy sigue explotando dicho negocio, ya no en la esquina sino un poco más arriba, rumbo a la plaza, frente al Colegio del Huerto.
Juan Antonio tuvo tres hijos: el mayor de su mismo nombre, más conocido como “Mimo”, que es jubilado del Correo; Marta, la segunda, también jubilada como funcionaria de la Liga Antituberculosa, casada con Vicente Ferreri, y el menor Hermes, que se radicó en Puerto Rico, licenciado, profesor universitario y vicecónsul uruguayo en aquel Estado.
Don José María fue “solicitado” por su tío, don Manuel Fernández Muras, cuyo nombre lleva el barrio sito en los límites de la Estación del Ferrocarril, donde tuvo una bodega. Con él comenzó a trabajar en nuestra ciudad por poco tiempo, pues luego pasó a trabajar en el comercio de don Manuel Castellá, que fue uno de los primeros presidentes y socio fundador de la Asociación Española, en un comercio en la actual esquina de Independencia y Rodó, teniendo como vecino enfrente suyo a la Tienda Las Tres Cruces, que, según sus recuerdos, recibió este nombre luego de una huelga porque los dueños no querían cerrar los domingos y en represalia los huelguistas le pintaron esas tres cruces negras en su frente.
Su tío Fernández Muras le había dado un consejo, que nunca olvidó, al recomendarlo a Castellá: “Usted debe ser una buena persona y un buen empleado; para eso tiene que hacer de cuenta que el patrón está siempre delante suyo”.
Él trabajaba en el mostrador en un comercio que era sumamente importante, disponiendo de siete carros para el reparto, comercializándose todo al contado. En una época en que el Banco República, por ejemplo, tenía apenas cuatro empleados, trabajando con muy poco papel pues el 80% era metálico.
Posteriormente pasó a trabajar con su hermano Juan, que en sociedad con don Juan Grela, que fue presidente interino de la Sociedad Española antes de ser electo el citado Castellá, tenían una barraca en el lugar donde hoy está la Escuela Artigas. Y más tarde aún se dedicó a las tareas rurales, adquiriendo un tambo en las proximidades de Florida a unas pocas cuadras, actividad que desarrolló hasta que se jubiló, no hace, por cierto, muchos años pues se retiró a edad muy avanzada. Y cosa curiosa, nunca ordeñó.
Se casó el 4 de noviembre de 1937 con doña GREGORIA SANDALIA RAMÓN PADRÓN, hija de Alberto y de Sandalia, en la ciudad de Las Piedras. Matrimonio sólo civil pues don José María no era muy religioso; pero con el correr del tiempo predominaron las creencias de su esposa y de otros familiares y un buen día, veinte años después de la ceremonia civil, cayó a su casa el Padre Urdampilleta y consagró la boda religiosa con la novia de “delantal” salpicado de harina pues era domingo y ella estaba haciendo ravioles caseros como era su costumbre. Siendo padrinos de esta boda sus mismos hijos.

Su esposa, a quien le decían “La China”, fue hermana de don Quintín, de Benito (el “Toto”), el “Bebe”, “Marujo, “Manucho”, “Morocha” Adelaida (la señora de Andrés, su concuñado e inseparable amigo), “Machungo”, Ismael y “El Tito”. Una familia también numerosísima, de once hermanos, casi todos recordados más por sus apodos que por sus nombres verdaderos.
Él tuvo una amistad muy grande con don Andrés Otero Martínez que siguió hasta el fallecimiento de éste. Y en su casamiento fue que Andrés conoció a Adelaida, con quien se casó unos meses después. Y todos recordamos cómo hasta edad muy avanzada estos dos amigos compartían el té por la noche en el Centro Democrático. Habiendo sido ambos directivos en múltiples oportunidades de la Sociedad Española y a quienes requerimos colaboración varias veces cuando organizamos algún “café-concert” que tenía que ver con los españoles, como el homenaje a don Manuel Lleo (El Valenciano), o las “fiestas de los españoles”.
El vivió primero en una casa ubicada en Batlle 511, donde hoy reside su hijo Darío y que adquirió enseguida de casado. Y actualmente en calle Ituzaingó entre Independencia y Gallinal, vecino con su hija Nelba Rosa.
De su unión matrimonial nacieron cuatro hijos: Walter José, casado con Graciela Labarrere; Nelba Rosa, casada con el Dr. Pedro Losantos; Nelson Alberto, casado con Estela Riccetto, y Darío, casado con Susana Gesualdi.
Cada uno de sus cuatro hijos le dio tres nietos, por lo que tiene actualmente 12: Pablo, Federico y Alejandra Iglesias Labarrere; Pedro Augusto, Adelina y Mercedes Losantos Iglesias; Gabriel, Natalia y Santiago Iglesias Riccetto; Gonzalo, Marcelo y Fernanda Iglesias Gesualdi. Curiosamente, cada hijo varón tuvo dos hijos varones y una mujer, y su hija mujer dos hijas mujeres y un varón. El mayor de sus nietos, Pablo Martín, tiene ahora 28 años y es el único casado, habiendo contraído enlace con Fabiola Rodríguez Teperino, mientras que el menor, Santiago, está aún en edad escolar. La mayor parte de los nietos viven y estudian en Montevideo y uno en Tacuarembó, en cursos universitarios y de profesorado. Todavía no han llegado bisnietos.
El mayor de sus hijos, Walter, nació en el año 1939, después del cual vinieron Nelba, Nelson y Darío. Dos de ellos son de profesión Odontólogos: Nelba que ejerce en Florida y Nelson que vive y ejerce en Sarandí del Yi, donde además es productor rural. Y el menor, Darío siguió con el tambo de su padre, ahora muy ampliado, con tres fracciones de campo, todas a menos de diez kilómetros de la ciudad de Florida, habiendo sido directivo en múltiples oportunidades de la Sociedad de Productores de Leche y presidente del Campo de Recría. En tanto que el mayor, Walter, siempre se dedicó al comercio y luego a la industria.
Su esposa Gregoria Sandalia falleció el 4 de marzo de 1979 y en el correr del año pasado don José María celebró sus cien años de vida en acontecimiento muy comentado en nuestro medio, en reunión que congregó a sus numerosos familiares y amistades y en perfectas condiciones de salud.
Fue durante muchísimos años directivo de la Sociedad Española de Florida, que presidió en un largo período cuando la misma pasó a ser Institución Cultural y Recreativa, en 1985, como consecuencia de la legislación que le impedía continuar como mutualista. Período en el cual se llevaron a cabo la mayor parte de las reformas en la Sede, no hace mucho tiempo libradas al uso social y público, aunque todavía no se haya llevado a cabo la “inauguración oficial”. Ingresó como socio a la misma en el año 1917, o sea tres años después de su arribo.
Don José María viajó dos veces a su tierra natal: la primera en el año 1929, cuando tenía 32 años, quedando allá dos años, y luego en 1980, cuando ya contaba 86 años y había perdido a su esposa, por lo que viajó solo permaneciendo allá treinta días.
Esta es entonces la historia de otro inmigrante, sin duda alguna el mayor de todos los que viven actualmente, que vino a Florida hace 71 años, se casó poco después, como lo muestra la foto, y celebró su centenario lleno de juventud espiritual, como lo vemos en la foto tomada ese día en la Sociedad Española.