Personas y Personajes
DON MANUEL LLEÓ: “EL VALENCIANO”
(Dr. Nelson Sica Dell’Isola - Notas en El Heraldo, 23 y 29 de junio de 1995)
Es muy común designar a todos los italianos como “tanos”, aunque esto corresponda sólo a los napoliTANOS; o turcos o rusos a quienes nada tienen que ver con Turquía o con Rusia. Y también “gallegos” a todos los españoles, aunque sólo tengan de común haber nacido en la Península Ibérica, aunque lejos de Galicia.

No es esto, en cambio, lo que se ha dado con don MANUEL LLEÓ ASENSI, a quien siempre conocimos como “EL VALENCIANO”, Porque tanto él como su esposa, doña MARÍA JAIME BRESÓ, son naturales de una de las provincias que formaron el antiguo Reino de Valencia. Y a nadie, nunca, se le ocurrió llamarle “el gallego”.-
La región de Valencia, en el levante español, tiene 23.505 kms. cuadrados y comprende tres provincias que, de norte a sur, son Castillón de la Plana, Valencia propiamente dicha y Alicante, todas con costas de hermosas playas sobre el Mediterráneo, siendo la más grande la Provincia de Valencia, con once mil kilómetros cuadrados, donde en la época en que nació don Manuel vivían 733.978 habitantes, de los cuales emigraban aproximadamente mil en cada año.-
Valencia –como Sevilla, Córdoba, Toledo o Zaragoza- fue Reino de Taifas, esto es uno de los pequeños reinos en que se dividió el Califato de Córdoba después del año 1031, que duraron hasta la invasión de los almorávides que vinieron del Sahara, y se incorporó a la Corona Catalana-Aragonesa en el Siglo XIII con la categoría de Reino. Su capital Valencia (o Valentia) fue fundada por el cónsul romano Junio Bruto en el año 138 A.C., llamándola Valentia, y cien años después se le dio calidad de colonia, siendo por lo tanto una de las ciudades hispánicas que gozaron de aquel privilegio. El Cid Campeador (Rodrigo Díaz nacido en Vivar, esto es en la Provincia de Burgos en la meseta de Castilla la Vieja) la conquistó en el año 1094 pero 8 años después pasó otra vez al Islam, siendo definitivamente reconquistada para la cristiandad por Jaime I, en el año 1238.
Tiene un territorio desigual y quebrado, con un confuso laberinto de cerros agrupados en desorden, sin formar sierras de direcciones constantes, con llanos sobre todo cerca de la costa, y más al interior puntos culminantes de aproximadamente mil metros de altura. Y se habla allí el “valenciano”, variante dialectal del catalán, aunque el idioma oficial es por supuesto el castellano.-
Sus tierras son muy feraces, sobre todo en la faja costera, y algo más pobres las interiores, por lo que su agricultura es muy próspera, sobre todo en la producción de naranjas, arroz, cebollas y melones. Siendo particularmente famosa la “Huerta Valenciana”, con unos 30 kms. de longitud y 10 de ancho, regada por 8 acequias, cuyos representantes se reúnen todos los jueves al mediodía en la puerta de los apóstoles de la Catedral para resolver los conflictos que por el uso, o en su caso abuso, del agua se producen.-
La belleza de la huerta es también famosa porque es como un jardín, primorosamente cultivado, tierra llana y muy fértil, por lo que en toda la época del año está salpicada por infinidad de colores. Abundan allí las casas de labranza, o granjas, llamadas “alquerías” como la de Alcalá de Olmo, la de Arriba, la de Cisca, la de Marquesta, la de Ruviols, o la de Abajo, con dos, tres o cuatro casas cada una. Y en una de ellas nació don Manuel, el 18 de julio de 1896, hijo de Ramón y de Francisca, treinta años después de demolerse las murallas que rodeaban la ciudad desde el año 1365. Y en otra de ellas doña María Jaime Bresó, el 15 de agosto dos años después.-
Unieron sus vidas en matrimonio celebrado en Cedavi el 25 de febrero de 1922 y muy pronto comenzaron a llegar los hijos, los cuatro primeros nacidos también en España bajo la protección de la “Virgen de los Desamparados” (o “Verge dels Desamparats”, como se dice en el dialecto), patrona de Valencia, cuya imagen del Siglo XV la muestra con severo y pensativo rostro, igual que el niño, hoy muy recubierta de ricos mantos y costosas joyas, que se encuentra en el templo al costado de la Catedral. Mientras que en ésta se encuentra el Santo Cáliz, venerado como el auténtico, esto es aquel en que Jesucristo consagró la noche de la Santa Cena.-
Allá trabajaban una pequeñísima fracción de tierra, produciendo verduras y teniendo, entre otras cosas, un torito a pesebre y un carro con el que hacían fletes al puerto. Desde esa pequeñísima quinta, que tenía algo menos de media cuadra, podían llegar a la capital caminando en veinte minutos y estaban a unos tres kilómetros del puerto, al que llevaban fletes que incluían enormes bolsas de azafrán, entre otros productos de la zona, para su embarque. Y ellos producían de preferencia cebollas, que llevaban a vender al mercado. Y fue como consecuencia de esa escasez de tierra que se resolvió emigrar, aunque tal vez cometieron el error de instalarse lejos de Montevideo, porque por las características de su trabajo hubiera resultado mucho más rentable hacerlo en Melilla, en el Rincón del Cerro o en otras zonas más cercanas a la capital.-
En la “Cartera de Identidad del Emigrante” que conserva la familia consta que se embarcaron en el Puerto de Valencia el 28 de marzo de 1930, en el vapor “Cabo Quilates”, llegando a Montevideo el 24 de abril siguiente, viajando juntos el matrimonio con sus cuatro hijos: María, Francisca, Manuel y Ramón, que por entonces tenían, 7, 4, 3 y 1 año respectivamente; un hermano de la señora, José Jaime Bresó, soltero; el matrimonio Salvador Bresó Roca e Isabel Ruiz con su pequeña niña María, y el Sr. Julio Chirivella, soltero.-
Antes que ellos habían venido otros familiares: Francisca, que era hermana de Manuel, que vino con su esposo Muñoz y cuatro hijos, y un sobrino de Manuel, hijo de otra hermana que quedó en España, que llegó con su esposa y una niña de 40 días. Todos los cuales instalaron una fábrica de peines en la calle Porongos en Montevideo y que se trasladaron poco más de un año después a la Cabaña de Anaya, en Paso de la Arena, en las proximidades de Montevideo, en forma casi simultánea con la llegada de la familia llegó Jaime a nuestro país.-
Llegados a Montevideo, en forma inmediata vinieron a Florida en un camioncito, pues habían traído consigo casi todo lo que tenían en España, hasta los colchones. Y se instalaron en campos de Ramón Britos, en Costas de Arias. Donde pasaron grandes privaciones y penurias económicas que pudieron sobrellevar gracias a la ayuda solidaria de vecinos como los Assanelli, Pérez, Barreiro, Doldán y Rodríguez Hermanos, este último que los abastecía de comestibles, y otros amigos que habían cosechado.-
Se trasladaron luego a la Ruta 5, donde ahora están las Aldeas Infantiles, arrendando al Esc. Pedro Sáenz una fracción de poco más de diez hectáreas, el 22 de junio de 1932, por la que debían pagar $ 120, oo cada seis meses, obligándose el propietario a proporcionar las plantas de naranjos, limoneros, duraznos y otras frutas en contrato con plazo de cinco años.-
Al efectuarse este traslado se dividió el núcleo originario porque la tierra no alcanzaba para todos, quedando en Juncal Manuel, su esposa María y su cuñado José, mientras que Salvador, Isabel y Chirivelli se instalaron en Candil, en campos del “Turco Julián”, que así se le decía a don Julián Adib.-
Hemos tenido a la vista un contrato del 24 de noviembre de 1936 por el cual la firma Lleo y Jaime vendía toda la cebolla plantada al precio de $ 4,60 los cien kilos una vez sazonada y la valenciana a $ 5,40 los cien kilos, entregando el comprador $ 200,oo en garantía de su compra.-
En 1945 se compró el referido campo, épocas en que José Jaime se fue para Berrondo, donde tuvo una bodega, trasladándose luego a Pando, donde falleció. Así que en ese campo quedó sólo la familia Lleo-Jaime, el matrimonio con sus seis hijos, porque a los cuatro ya señalados se agregaron luego dos uruguayos: Dolores y Antonio. De esos seis surgió numerosa familia, a saber:
María, la mayor que se casó con don Agustín Almandoz, que vino al país con 7 años de edad pero aun conserva el acento valenciano en su manera de hablar. De dicho matrimonio nacieron Agustín (o “el vasquito”), casado con María del Huerto García, que a su vez tuvieron tres hijos: Belina, Leandro Aparicio y María Jesús, que actualmente tienen 20, 18 y 7 años, todos los cuales viven en La Macana, donde explotan un tambo; y Maridela, casada con Walter Bentancur, actualmente dedicado a la construcción, que tienen dos hijas: Liz Miriela de 21 años y María Elianel de 14, estudiante de magisterio y lineal, respectivamente.-
Francisca se casó con José Luís Albano (policía), con quien tuvo cuatro hijos: María Nancy, casada con Juan Lencini, con quien tuvo dos hijos: Carolina y Juan, que tienen actualmente 7 y 4 años; Luis Eduardo, casado con Mirta Dotta, que tienen tres hijos: Marcela, Carina y Valeria, de 17, 16 y 6 años de edad; Rosario, casada con Jorge Martínez, con una hija –Juliana- de 4 años; Gerardo Manuel, casado con María Gordano, con dos hijos: Noelia y Cristian, de 12 y 5 años de edad, familia ésta que se radicó en Valencia hace unos tres años atrás, trabajando allá en un frigorífico, luego de haber perdido su trabajo en uno de nuestro país que se fundió. Francisca, esto es la segunda hija, falleció en octubre de 1980, un mes después que su padre.-
Manuel, el mayor de los varones y el más parecido físicamente a su padre, se casó con Teresita Sottimano, falleciendo ya viudo en noviembre de 1992, habiendo explotado un tambo en Isla Mala. Quedando ahora sus hijos: Carlos Manuel, casado con Luisa Santamaría, explotando tambo en Isla Mala, con dos hijos: Sebastián e Iván, de 12 y 9 años; Maricel, casada con Dardo Martínez, electricista, radicados en Isla Mala, que tienen dos hijas: Leonela y Alana, de 6 y 3 años; y Rosa María, casada con Horacio Trezza, que viven en San Gerónimo y que a su vez tienen dos hijas: Melisa y Magali, actualmente de 4 y 2 años.-
Le sigue Ramón, que se casó con Margarita Sottimano (hermana de la esposa de Manuel), que siguió ocupando un campo que había arrendado su padre en Juncal, luego comprado, produciendo primero papas y cebollas y dedicándose luego al tambo. Matrimonio con tres hijos: Ramón Alberto, casado con Gisel Pérez, que a su vez tienen un hijo, Maximiliano, y esperan otro para julio que ya se sabe será varón, radicados desde hace unos cuatro años en Brescia, Italia, dedicándose a la crianza de cerdos; Cono Darío, que se radicó en Valencia y actualmente estudia en Salamanca, oficial de Policía, que se fue cuando se fue el hijo de Albano y de Francisca; y María Andrea, que actualmente estudia de nutricionista en Montevideo, contando con 20 años de edad.-
Dolores es la primera de los dos hijos que nacieron en Uruguay, viuda de don Adolfo Iglesias que falleció el 28 de julio de 1992; explota una provisión en calle Gral. Flores frente al Colegio del Huerto y tiene proyectado visitar Valencia en el próximo mes de febrero pues quiere estar allí en la llamada “Semana Fallera” que se celebra en la semana anterior al día de San José, que es el 19 de marzo, que culmina a las 12 de la noche de ese día, donde la ciudad es un conjunto impresionante de ruidos y de fuegos, un centenar de bandas de música, innumerables banderas, continuo disparar de petardos y cohetes, tracas y otros aparatos sonoros, fuegos artificiales, variados juegos de luces y colores, desfiles de jóvenes en trajes de huerazas y por fin el fuego destruyendo cientos de “fallas”, esto es grandiosos monumentos de cartón y madera, en grandes “incendios artificiales” en todos los barrios, de los que sólo se salva el que ganó el concurso, que pasa a ser guardado en el museo.-
El menor de todos, Antonio, es soltero y no tiene por ahora descendencia, vive también aquí en Florida.-
En el año 1961 don Manuel con su esposa, su hija María y sus dos nietos hijos de María viajaron a España, donde permanecieron seis meses. Viajaron el 5 de julio de 1961 y exactamente un año después, el 5 de julio de 1962, falleció doña María.
Todavía viven en la Huerta Valenciana una hermana y muchos sobrinos de don Manuel, que falleció el 13 de setiembre de 1980.-
Unos pocos meses antes pudimos organizarle un homenaje en el Centro Democrático con motivo de cumplirse 50 años de su llegada al país, oportunidad en que desfilaron gaiteros, bandas y cuerpo de baile de Casa de Galicia desde Plaza Asamblea hasta el Centro Democrático, encabezando el desfile “el Valenciano”, ya con su salud quebrantada, en la cabina del camión de su hijo Manuel. Congregando una multitud de gente, como se merecía quien siempre dio todo de sí trabajando laboriosamente la tierra con gran esfuerzo pero también con amor y alegría. Teniendo dos hobbys en su vida, además del trabajo; cocinar la paella, en lo que fue maestro inigualado, dejando el arroz cocido pero entero y bien graneado, combinando exactamente el líquido con el cereal, que eso es lo difícil, en un plato que es gloria nacional en toda España; y sus cantos, no sólo en las comidas sino también desde el carro en el que venía diariamente a vender su producción al pueblo, aun ya a edad avanzada.-
Hemos podido leer una carta agradecimiento del mes de mayo de 1939 enviada por el “Comité Central de Españoles” de Montevideo, en la que se agradece a don Manuel su colaboración en la elaboración de la paella llevada a cabo el 17 de ese mes en Montevideo, “en beneficio de nuestros hermanos en los campos de concentración de Francia”, en nombre del “Comité Ejecutivo de la Agrupación de Valencianos leales a la República Española”.-
Es que don Manuel siempre tuvo la lealtad que muestran las dos “LL” coronadas del escudo de la ciudad de Valencia, desde que Pedro el Ceremonioso la tituló “ciudad dos veces leal”.-
La foto que acompaña esta nota es de la boda de don Manuel con María, luciendo la novia de negro, como era estilo en la época, aunque muy poco después se comenzó a usar el blanco para estas celebraciones.-